«Primero, el buen caballero en la iniciación tiene como herramienta la cortesía; tratando de establecer una conversación ideal con aquella mujer a la que no ha podido dejar de observar. Lo segundo fue mejor porque la dama aunque impredecible en su actuar y con el sigilo que desde el primer instante la caracterizó, logro sumergirme aún más en su mirada por medio de su delicadeza; dicho hombre puede admirar el movimiento que ella genera con sus labios al aplicar un curioso lápiz labial de tonalidad clavel, dando la impresión que su tierna boca desea expresarle algo; continua contemplando como el viento acaricia sus largos y castaños cabellos, como las diminutas gotas del rocío en la mañana causan la impresión de sonrisa en su rostro y aunque el sol se encuentre a las 7 horas de un cielo despejado, una temperatura media prevalece, exaltando ese color miel de su piel, mientras ella prosigue a ruborizar sus definidas mejillas. El hombre en medio de su incredulidad se pregunta si la dama en la cual sus ojos se han sabido posar, es tan solo un espejismo generado por su vehemencia o es la confirmación de que su plegaria ha sido escuchada. Una corta frase se libera de los hermosos labios que han sido adornados por la majestuosa mujer, dando inicio a un solemne cruce de palabras que marcaran la historia de un caballero y una dama que comparten el mismo tiempo y espacio perteneciente a una mágica estación del tren.»
By: Güstav Rc’Mor