Al verme su rostro se iluminaba y sus mejillas se sonrojaban. Cada día yo iba a visitarla aunque fuera de forma indirecta pero planificada. Los planes no obtuvieron su propósito, hasta que una noche casualmente la vi caminar, me preguntaba que hace sola una mujer tan hermosa, sin esperarlo me respondió con su mirada. Yo ni imaginaba que era el comienzo de una larga velada. Las palabras poco a poco encontraban un propósito, poco a poco nos envolvían como un arrullo, poco a poco quisimos desinhibirnos más y más, entonces así fue como los tragos nos dieron la libertad para lo que queríamos expresar.
Le conté historias de mi vida con un toque divertido al narrar y ella confesiones de eventos sucedidos años atrás. Detrás de su sonrisa había sufrimiento, detrás de sus ojos brillantes había un mar de lágrimas y detrás de su cálida piel había cicatrices imborrables. Sin proponérselo logro conmoverme, toco mi corazón con sus palabras. Como es posible lastimar a un ser indefenso, ese infame no merece perdón del cielo pero si un castigo eterno. No sabía cómo actuar para darle a conocer que no estaba sola, que yo estaría allí apoyándola sin importar la hora. Saque fuerzas para salir adelante, así me lo dijo. Admire su valentía y nobleza, evidencie su espíritu guerrero y le aconseje mantener viva la esperanza aunque difícil fuera. Valore su confesión y me propuse ayudarla, mi mano tomo la suya para darle calma. By: Güstav Rc’mor